A fines del mes de julio de 1978, después de reconocer públicamente el triunfo del partido Revolucionario Dominicano (PRD) y su candidato, don Antonio Guzmán, el presidente Joaquín Balaguer, dispuso una serie de nombramientos, aumentos de sueldos y cambios legislativos con el propósito de dispensarles a sus mandos militares la sensación de seguridad que consideraban necesaria frente al nuevo gobierno.

El gobernante dispuso el cambio de la subordinación del Departamento Nacional de Investigaciones (DNI), que dirigía Enrique Valdez Vidaurre, desde la Presidencia a la secretaria de las Fuerzas Armadas, con lo que se buscaba que el nuevo gobierno no tuviera acceso a los archivos del servicio de seguridad más importante del país.

Asimismo, puso bajo control de las FF.AA. el programa de alimentos para los pobres, que coordinaban su asistente personal, Aníbal Páez, y el general Santos Mélido Marte. Antes esta unidad se administraba desde el Palacio Nacional. 

Balaguer sometió al Congreso, y fue aprobada de inmediato, una nueva ley orgánica de las Fuerzas Armadas, que establecía que un oficial no podía ser transferido de un puesto militar por las autoridades civiles hasta tanto no hubiese cumplido dos años en esa posición.

Esta regularización, a juicio del mandatario, garantizaba que cualquier oficial nombrado antes de que Guzmán asumiera la presidencia el 16 de agosto estaría congelado en los próximos dos años, es decir, hasta el 16 de agosto de 1980.

Y una semana antes de abandonar el poder el presidente reformista dispuso ascensos, remociones y cambios profundos en los cuadros militares, que involucraron a sus más cercanos seguidos y colaboradores: El teniente general Juan René Buechamps Javier, fue confirmado en la jefatura de las Fuerzas Armadas; mayor general Neit Nivas Seijas, fue colocado a la comandancia de la poderosa Primera Brigada; el general Salvador Lluberes Montás, volvió a dirigir la Fuerza Aérea Dominicana (FAD) y el general Marcos Jorge Moreno, fue seleccionado para ocupar el nuevo puesto de “coordinador de las Fuerzas Armadas”.

Esta designación fue cambiada días después por la definición de “Jefe de Estado Mayor de las FF.AA. y el general Enrique Pérez y Pérez, pasó a comandar el Ejército Nacional.

Además, se entregaron promociones a los generales Braulio Alvarez Sánchez, Carlos Jáquez Olivero, Rafael de Jesús Checo y Marmolejos, quienes fueron promovidos con el rango permanente de mayor general.

Hay que recordar que luego de la celebración de las elecciones de mayo de 1978, la dirigencia reformista denunció la comisión de supuestas irregularidades que habrían alterado los resultados de los comicios para beneficiar al PRD.

Estas demandas concluyeron en lo que el pueblo definió como una “transición” política, puesto que el PRD fue despojado de cuatro senadurías que se computaron al Partido Reformista, que mantuvo el control de los poderes legislativo y judicial (En la ocasión los jueces los designaba el Senado de la República).

No obstante los esfuerzos de Balaguer por “proteger” a sus cuadros militares, en la tarde del mismo día de la inauguración de su gobierno, el Presidente Guzmán relevó a Nivar Seijas de la Primera Brigada y lo nombró en la Junta Interamericana de Defensa, en Washington; mandó al general Mario Imbert Mcgregor a la FAD, en lugar de Lluberes Montas, y el contralmirante Francisco Amiama Castillo, lo designó en la Marina de Guerra, el sustitución del comodoro Francisco Rivera Caminero.

Los cambios en los cuadros militares fueron seguidos por la jubilación de numerosos viejos oficiales cuyo mérito principal era su lealtad a Balaguer. Entre éstos figuran los generales Marte Pichardo, Jaquez Olivero, Anselmo Pilarte, Guarionex Estrella Sadhalá, Marmolejos, Checo y Pimentel Boves.

La decisión de Guzmán de mantener en la jefatura del Ejército al general Pérez y Pérez sirvió de fuente de cultivo para múltiples especulaciones. La principal motivación, en opinión de analistas políticos, fue que el brigadier había sido mantenido en la importante posición “porque se opuso a la intentona golpista para desconocer los resultados de las elecciones y mantener a Balaguer en el poder”.

Pero mes y medio después, específicamente el 30 de septiembre, el presidente despidió al general y le ofreció el puesto de embajador en España. El militar aceptó el puesto, pero el nombramiento no tuvo lugar, porque el gobierno español rechazó su consentimiento.

A mediados del mes de noviembre Guzmán recibió en su despacho a Pérez y Pérez y le propuso el cargo de agregado militar en Londres, oferta que fue rechazada por el militar, que se quejó públicamente de haber sido tratado de manera vil.

Al día siguiente fue jubilado, lo mismo que el general Lluberes Montás, que también rechazó la posición diplomática en Londres.